19 de febrero de 2010

Die Leiden der alte Dame


La novela epistolar de J.W. von Goethe, Die Leiden des junges Werthers (1774), o las penurias del jóven Werther, narra la frustración y posterior suicidio de Werther ante su truncado amor con Lotte, una hermosa jóven con la que Werther contrae amistad, pero que -desgraciadamente para los intereses de nuestro protagonista- se encuentra ya prometida. Si esta la maestría de la obra goethiana causó una auténtica moda de suicidios en la Europa del siglo XVIII, las andanzas del Hertha Berlín en la presente temporada podrían acarrear el mismo efecto entre sus aficionados berlineses. El ascenso y caída de la alte Dame, o vieja dama, tal y como se conoce al Hertha en Alemania, resulta contradictorio, sorprendente, y cuanto menos, fascinante. Imagínense que su equipo, tras décadas jugando en el oscuro fútbol de la Alemania Oriental, una dolorosa odisea por la segunda Bundesliga, y un subsequente oscuro papel en ésta, consigue sitúarse con posibilidades de luchar por el campeonato en las últimas jornadas de Liga. Esto ocurrió la temporada pasada, en aquella loca temporada por la que el Wolfsburgo del hoy entrenador del Schalke Felix Magath se proclamaba campeón por primera vez en su historia. El Hertha, en unos dos últimos partidos nefastos, acabaría cuarto, clasificándose para la Europa League. Imaginen de nuevo. Tras esta temporada en la que su equipo casi roza la gloria, en el siguiente ejercicio -el que debería ser el de la consolidación del equipo como alternativa a los sempiternos Bayern, Schalke, Werder y Leverkusen-, su equipo se encuentra con tan solo dos victorias en ventidos partidos. Sí, tan solo 12 puntos de 66 posibles. Esa es la situación actual del Hertha. Quizás se pensarían imitar a Werther, ¿verdad?.
Despertemos. Las razones para este espectacular desplome son varias. Quizás las más importantes sean la falta de tranquilidad institucional que ha vivido el club berlinés durante esta temporada y la penosa política de fichajes de la nueva dirección deportiva. Tras doce años como director general del equipo, Dieter Hoeness -hermano del famoso Uli Hoeness, antiguo manager general del Bayern y actual presidente de los bávaros-, dejaba el equipo. Su lugar lo ocupaba Michael Preetz, antiguo delantero centro del equipo y leyenda viva berlinesa. Este cambio no sentó bien al Hertha, pues la transición entre Hoeness y Preetz no logró mantener a las principales figuras del equipo, Pantelic, Simunic y Voronin, que acabaron en Ajax, Hoffenheim y Liverpool (tras cesión) respectivamente. Lucien Favre, el técnico suizo que obró el casi-milagro, no dispondría de mucho dinero para fichajes dada la penosa situación económica del Hertha, y estas fundamentales bajas serían cubiertas por jugadores como el delantero costaricense Ramos, los defensas Janker y Pejcinovic, y el polaco Wichniarek, que tras haber fracasado en su primera etapa con los berlineses, volvía con ganas de resarcirse. Desgraciadamente, ni Wichniarek ni el resto de fichajes ofrecieron el rendimiento esperado, lo que llevaría a la destitución de Favre y al nombramiento de Friedhelm Funkel como entrenador, que todavía no ha conseguido voltear la situación, habiendo ganado sólamente un partido desde que se hizo con el banquillo del Olympiastadion. De nuevo se demuestra que las destituciones precipitadas no suelen ser buenas soluciones. Desgraciadamente, o mucho cambian las cosas, o el Hertha, un histórico del fútbol alemán, se irá a segunda. Con algún que otro suicidio, probablemente...

1 comentarios:

Murr dijo...

Por cierto, la remontada comienza, 0-3 en casa del Friburgo

22 de febrero de 2010, 16:34

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