Valdebebas: fábrica de traspasos


Esta semana, Marcos Alonso, el nieto del mítico Marquitos, y a su vez hijo de Marcos Alonso, antiguo entrenador de Racing de Santander y Atlético de Madrid entre otros muchos, fue traspasado al Bolton Wanderers por una cantidad que ni el conjunto inglés ni el Real Madrid han querido revelar. Durante estos últimos días también hemos podido leer sobre la más que posible marcha de Rodrigo, uno de los pocos integrantes madridistas de la talentosa selección sub 19 que en unas horas se juega la supremacía continental ante el once del gallo. Los traspasos de jóvenes promesas blancas no son una novedad, vienen a la cabeza los casos de Mata (en este caso fue una marcha al acabar contrato, los dirigentes blancos consideraron que un tal Roysthon Drenthe tenía más proyección que el jóven burgalés), De la Red (recuperado años más tarde al Getafe pagando traspaso), Granero (recuperado también del Getafe tras pagar traspaso), Álvaro Arbeloa (ídem) y otros tantos talentos de la cantera blanca que el Real Madrid utiliza como divisa o moneda de cambio. Estos acontecimientos levantan varios interrogantes. ¿Realmente no tienen ningun futuro en el primer equipo este tipo de jugadores? ¿Porqué por lo general los jugadores de la Masía funcionan en el primer equipo y no los de Valdebebas? ¿Tiene sentido traspasar a los jugadores para luego repescarlos por el doble de dinero? Trataremos de responder estos dilemas.
En primer lugar, hay que hacer un alegato en favor de la cantera blanca. Es cierto que últimamente no ha dado unos talentos similares a los Xavi, Puyol, Cesc o Iniesta, pero la antigua Ciudad Deportiva ha dado jugadores excelentes como Casillas o Raúl, otros muy interesantes como Negredo o Mata, y además a nutrido a una gran cantidad de equipos de Primera División. Quizás el problema no esté en los jugadores en si o en la captación de estos, sino en el concepto de cantera del Real Madrid, lo que viene a responder nuestro segundo interrogante. Los jugadores de la Masía encajan perfectamente en el esquema del Barcelona porque juegan en ese esquema desde pequeños. En el Real Madrid, que oscila entre una idea de juego y otra, y que no tiene muy bien definida ésta a nivel institucional, ya que queda definida en función del éxito, los jugadores tienen que acoplarse a ideas del juego totalmente antagónicas, que dependen del entrenador de turno del primer equipo. En el Barcelona en entrenador normalmente es elegido en función de la filosofía del club, lo que facilita muchísimo la acoplación de chavales que llevan practicando una idea de juego desde la infancia. Los casos de Iniesta o la fulgurante aparición de Pedrito dan buena fé de esto. Una vez en el primer equipo, éstos son introducidos de manera progresiva, y eso de nuevo nos lleva al tercer interrogante. En el Real Madrid, se justifica la política de traspasos de canteranos bajo la máxima de, si son buenos, ya los repescaremos. Por su parte el Barcelona deja entrar a estos canteranos paulatinamente en el primer equipo, para que vayan creciendo dentro de él. De esta manera su acoplación resulta mucho más fácil y progresiva, ya que no tienen que emigrar a un equipo con una idea de juego distinta para reacoplarse de nuevo posteriormente en el primer equipo generalmente en una posición que no es la suya (caso Granero). Además de ésto, no parece que tenga mucho sentido pagar por jugadores que uno mismo ha producido, supone pagar a otros clubs por la formación de jugadores, algo que como Guardiola ha demostrado, puede hacerse desde el primer equipo. Quizás bajo esta política no se encuentre un interés en formar a los jugadores, sino una concepción meramente económica de la cantera por la que los jóvenes jugadores son una manera fácil de hacer caja para traer a otros jugadores generalmente foráneos con más renombre, pero que en muchas ocasiones no ofrecen un rendimiento mejor al que los propios canteranos podrían dar. Parece que con Florentino y Ramón Martínez la política de la cantera del equipo sigue siendo la misma: nula. Quizás otras figuras históricas del club podrían entender mejor que significa la Fábrica: una manufactura de jugadores y de valores, no de dinero. Que le pregunten a Vicente del Bosque o a José Antonio Camacho, que algo entienden de madridismo.
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En mi cabeza nunca existió la palabra rendición: eso es para mí el Real Madrid


Nunca un club y un jugador se parecieron tanto. Raúl, que ayer puso fin a 16 años al servicio del Real Madrid, ha sido la exégesis perfecta del club de Concha Espina, la encarnación de sus valores y de su filosofía. Por eso resultará un tanto extraño ver separados sus caminos. Raúl no será el mismo sin el Real Madrid, ni el club blanco será el mismo sin Raúl.
Al 7 nadie le ha regalado nada en esta vida. Comenzó su andadura futbolística en su barrio, San Cristobal de los Ángeles, en una zona humilde de la capital madrileña. Durante esos primeros años ya se podía observar la pasión con la que Raúl vive el fútbol: para jugar en el equipo del distrito de Villaverde llegó a jugar con otro nombre y aparentando otra edad. Para Raúl el fútbol estaba por encima del DNI, ya que el balón ha sido su documento de identidad a lo largo de más de veinte años. Tras el paso por el Villaverde, el Atlético de Madrid fijó sus ojos en Raúl. Fue un fichaje redondo, en dos campañas ya hizo 65 goles, proclamándose campeón de España y ascendiendo a la categoría cadete. Sin embargo, entre Raúl y lo que parecía una prometedora carrera en el conjunto colchonero se interpuso la mano de Jesús Gil y Gil, que decidió eliminar la cantera ante la penosa situación económica del club rojiblanco. Caprichos del destino, ya que Raúl decidiría cambiar de acera y enrolarse en las filas del Real Madrid, el máximo rival del conjunto apoyado por varios miembros de su familia. En 1992 comienza por lo tanto el largo romance entre Raúl y el Real Madrid, un amor que ha durado más de 18 años. Tras unos impresionantes números en el cadete (71 goles en 33 partidos) y un fulminante paso por el Real Madrid C y por la selección sub 18, Raúl da en Zaragoza el salto al primer equipo. Jorge Valdano, el mayor descubridor de talentos de la Fábrica, decide dar la alternativa a Raúl. Ese mismo día, este chaval de 17 años tiene que comunicar a sus padres que va a viajar con el primer equipo. No solo eso, va a dejar en el banquillo a Butragueño, leyenda viva del club. Sus padres, asombrados, tratan de organizar el viaje a la Romareda, donde el Madrid caerá 3-2, con Raúl fallando un clamoroso gol tras regatear a Cedrún. Sin embargo, pese a ese fallo, Jorge Valdano seguirá confiando en la joven promesa blanca, y su apuesta tendrá sus frutos. En el derby frente al Atlético de Madrid, Raúl, caprichos del destino, consigue su primer tanto de blanco, que batió de nuevo a los rojiblancos por un contundente 4-2. A este tanto le seguirán unos cuantos, concretamente 323 en todas las competiciones. Su palmarés, digno de la envidia de algunos grandes del fútbol europeo: 3 Champions, 6 Ligas, 4 Supercopas de España, 2 Copas Intercontinentales y 1 Supercopa de Europa. A nivel individual, faltó el Balón de Oro, que quizás mereció en 2001. El único lunar en la trayectoria del 7 ha sido su paso por la selección. Una mezcla de generaciones sin demasiado talento y la polémica creada por su no presencia en el Mundial de Alemania perjudicaron su paso por la roja, que quedó enmarcado por ese penalty fallado ante Francia en la Eurocopa de Bélgica y Holanda. Sin embargo, pese a todo esto, no hay que olvidar lo mucho que Raúl ha dado a la selección, de la que sigue siendo su máximo artillero con 44 dianas, una cifra que en otras latitudes le habría otorgado el estatus de leyenda.
En estos 16 años Raúl ha dejado una gran cantidad de joyas a los amantes del fútbol y a los madridistas. Cómo olvidar su aguanís ante el Vasco de Gama, uno de los mejores goles que uno personalmente jamás ha podido contemplar. O aquella vaselina a Ablanedo en el Molinón. O aquel zurdazo ante el Barça en las semifinales de la Champions. O sus cucharas. Pero Raúl ha sido ante todo la inteligencia personificada en el campo, su sentido táctico del juego ha sido probablemente uno de los más depurados que jamás haya podido disfrutar el fútbol español. Raúl es quizás el más fino ejemplar del pícaro del área, capaz de sacar un rendimiento máximo a jugadas que a priori parecían condenadas a la irrelevancia. Además de eso, dudo que haya existido un jugador que haya vestido la zamarra blanca con mayor pundonor y fé en las posibilidades de su equipo, ejemplarizados en el último gol de Raúl con el Madrid, en la Romareda -caprichos del destino de nuevo- y gravemente lesionado. A menudo se oye hablar del espíritu de Juanito, y la capacidad del Real Madrid para remontar partidos al borde del abismo es ya legendaria. Una gran porcentaje de ese espíritu es culpa de Raúl, en cuyo diccionario no ha existido ni existirá la palabra rendición. Quizás por eso haya decidido probar suerte en una liga competitiva, la Bundesliga, y con un entrenador de exigencia máxima, Félix Magath. Lo fácil hubiera sido un retiro en Qatar (al estilo Cannavaro) o en la MLS (Márquez, Henry), pero Raúl ha demostrado que tras haber saboreado la gloria, aún tiene cosas que demostrarse a si mismo. Y esa es la actitud de alguien que ha tenido que luchar por todo en esta vida, y para quien la existencia es concebida como una permanente lucha. Alguien que ha amado al fútbol por encima de todas las cosas, quizás uno de los últimos apóstoles de lo que significa este deporte más allá de su eminente comercialización y su progresiva mediatización. Con Raúl se va el último vestigio del fútbol de siempre, de aquellos jugadores identificados totalmente con un club. Precisamente por eso, me siento afortunado de haber podido disfrutar estos 16 años del mejor profesional que jamás he visto en el Real Madrid. Gracias por todo, capitán.
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El fútbol es para los valientes

Una generación de oro está cambiando la historia de la Selección Española de Fútbol. Una magnífica prole de jugadores han tocado techo y ahora sueñan con alcanzar el cielo. Estructurada alrededor de la cantera del Barcelona, esqueleto sobre el que se sostiene el equipo y que marca el singular estilo de juego, España, como bien apuntó Guardiola, es mucho más que eso.

Los estupendos jugadores salidos de la cantera culé (que hablen ahora los necios que dudaban del compromiso de chicos de la masía) dan forma y fondo al equipo, pero la Selección es mucho más que la Masía. Ante un reto de descomunales dimensiones, hace falta lo mejor de cada casa. La cantera madridista, en horas bajas, aporta sin embargo un portero descomunal, un capitán con espíritu de liderazgo, Casillas, amén de los jóvenes Arbeloa y Mata. F. Torres asume la presencia colchonera en la Selección. Tampoco falta la aportación de Lezama, que reclutó a Llorente y Javi Martínez (éste procedente de las categorías inferiores del Osasuna) o la de la Real Sociedad, con X. Alonso. También está representada la prolífica cantera sevillana, a través de sus dos perlas: S. Ramos y J. Navas, y de Marchena, un líder en el vestuario, que sirve de enlace con otras generaciones del fútbol español. El habilidoso Pedro y la clase de Silva, por su parte, personifican a la perfección el fútbol canario. Por último, Albiol defiende al fútbol valenciano y, por supuesto, la célebre cantera de Mareo aporta nada menos que a Villa, pichichi del Mundial y con una trayectoria futbolística siempre ascendente hasta convertirse en una de las estrellas del Mundial.

Del partido, España sufrió ante un magnífico equipo para llegar a semifinales. El juego no es brillante, Torres no está, el doble pivote atasca el equipo y ayer incluso los infalibles Piqué y Puyol dieron signos de debilidad. Para colmo, en mi opinión, los paraguayos tienen razones de sobra para quejarse del arbitraje. Un partido que algunos veían asequibles se complicó a medida que pasaban los minutos y España no carburaba, llegando al punto de máxima angustia con el penalty en contra, que desató el fatalismo en la hinchada, que posiblemente empezaba a encasillar la jugada en la terna de amargos recuerdos mundialistas donde se ubican el fallo de Salinas o el arbitraje de Corea. Pero en ese momento apareció Casillas para cambiar la historia y atajar la pena máxima. Tras el fallo posterior de X. Alonso, quedaban 20 minutos donde se decidiría el partido, con la prórroga de fondo.

Del Bosque es un entrenador francamente sorprendente. Uno tiene la sensación de que vive en un mar de dudas. Incapaz de romper el doble pivote contra equipos tan débiles arriba como Honduras o Suiza, rácano contra una Chile con diez, ayer volvió a atinar con los cambios. Mucha gente alaba la entrada de Cesc, pero teniendo en cuenta la escasa participación de Torres en este Mundial, se puede considerar que ese cambio no suponía más que enmendar un error. Donde realmente sorprendió y acabó de desequilibrar el partido fue cuando introdujo a Pedro en lugar de X. Alonso. Rompió el pivote con empate en el marcador, fue a por la victoria a tumba abierta, recuperó el estilo en el que tanto le cuesta confiar en el momento más decisivo de su trayectoria a cargo de la Selección.

España empezó a tocar con criterio y velocidad, Cesc, Iniesta y Xavi se adueñaron del balón mientras que Villa y Pedro se movían inteligentemente por arriba. Llegó el gol con una gran jugada de Iniesta. Tuvo otra Villa tras una fenomenal galopada del tinerfeño. Después la tuvo Paraguay, aunque la jugado procedía de una falta no señalada sobre España.

Ahora toca la deslumbrante Alemania. Un fenomenal colectivo con ganas de venganza tras la final de la Eurocopa. Sus goleadas a Inglaterra y Argentina destilan respeto y, en muchos, temor.

Seguro que ellos deben estar más preocupados. Las estrellas y la experiencia, por primera vez, están en España. Muchos ganaron la Eurocopa, una buena parte de ellos han sido campeones de Europa en sus equipos y todos son piezas claves en sus equipos. La defensa alemana peca de lenta y el equipo a veces se desconecta, no es oro todo lo que reluce.

Son las semifinales del Campeonato del Mundo. No importa cómo has llegado aquí, sino lo que puedes ofrecer a partir de ahora. Si contra Portugal Del Bosque demostró que tenía un plan B (Llorente) contra Paraguay además enseñó que en el momento más complicado, se encomendaba a la calidad de sus jugadores.

Alemania tiene mucho, pero España tiene más. Sin complejos, ningún plan puede con Iniesta, Xavi, Villa y cia. Llegó su turno. No se conforman. Soy optimista, es la hora de España, llegó el momento de los valientes.
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